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Bicicleta convencional o eléctrica: una decisión sostenible

 

 

¿Quieres comprarte una bicicleta y no sabes si decantarte por una eléctrica o una convencional? ¿Te gustaría que tu decisión fuera sostenible? Hoy te contamos las ventajas y desventajas de ambas, para que decidas lo que mejor se adapte a tus intereses y a tus objetivos sostenibles.

 

Ventajas y desventajas de las bicicletas convencionales

 

La bicicleta convencional es una buena opción si buscas una actividad física intensa y quieres mejorar tu condición física. Que no cuente con la asistencia de un motor hace que dependas completamente de tu esfuerzo para avanzar, por lo que el ejercicio es mucho más completo y tiene más beneficios para tu salud (en especial la cardiovascular y muscular). Además, generalmente estas bicicletas son más ligeras, requieren un mantenimiento más sencillo, y son más económicas en comparación con las eléctricas.

 

Por otro lado, debemos tener en cuenta su impacto ambiental. Las bicicletas convencionales no requieren energía eléctrica para funcionar, lo que significa que no generan emisiones de CO2 durante su uso. No obstante, como cualquier otro vehículo que utilicemos, su fabricación y su residuo final generan un impacto ambiental; pero este es mucho menor que el de las bicicletas eléctricas.

 

Ventajas y desventajas de las bicicletas eléctricas

 

Las bicicletas eléctricas, por otro lado, te ofrecen una solución más cómoda si lo que buscas es un esfuerzo físico excesivo, especialmente si la necesitas para trayectos largos o terrenos con muchas pendientes, por ejemplo si tu ciudad tiene pendientes pronunciadas. La asistencia al pedaleo te permite hacer distancias mayores con menos esfuerzo, por lo que es buena opción para el transporte diario, sobre todo si cuentas con alguna limitación física.

 

Sin embargo, las bicicletas eléctricas también tienen sus inconvenientes. Aunque es cierto que no emiten gases nocivos durante su uso, su fabricación y el ciclo completo de vida, sí generan una cantidad significativa de emisiones de CO2, de unos 300 kg a lo largo de su vida útil. En gran parte, por el proceso de extracción de materiales, ensamblaje y posterior reciclaje de los componentes al final de su vida útil. Por ello, y aunque su huella de carbono es considerablemente menor que la de un coche o una moto, sigue emitiendo un 60% más de gases de efecto invernadero a la atmósfera que una bicicleta convencional.

 

La decisión sostenible

 

Es cierto que las bicicletas eléctricas son una alternativa más cómoda, y accesible, pero desde un punto de vista ambiental contaminan más. La extracción de los materiales y el ensamblado representan el 60% del impacto ambiental. El 40% restante se divide en un 7% por su consumo eléctrico, un 29% corresponde al mantenimiento y repuesto de sus elementos y, finamente, un 4% se achaca a la eliminación de los componentes al final de su uso. Y aunque es un vehículo “limpio”, cuya huella de carbono es muy inferior al de cualquier moto de baja cilindrada o patinete eléctrico, sigue contaminando nuestra atmósfera.

 

Por lo tanto, si tu objetivo principal es reducir al máximo tu huella de carbono y contribuir a la protección del medio ambiente, la convencional es tu opción. Además de todos beneficios físicos y el menor costo de mantenimiento, estarás eligiendo una alternativa que, en conjunto, genera menos emisiones y es más respetuosa con nuestro planeta.

 

Elijas lo que elijas, recuerda que si lo que quieres es contribuir al cuidado del medio ambiente debes reciclar todos los productos RAEE que utilices y en RAEE Andalucía te animamos a que empieces desde ya. ¡Monta en la bicicleta de la sostenibilidad y no dejes de pedalear!