Al mismo tiempo que aumenta la cantidad de aparatos eléctricos y electrónicos que compramos y utilizamos en nuestro día a día, se genera una mayor cantidad de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Solo en 2019 se cuantificaron más de 53 millones de toneladas en todo el mundo. Y ya sea por desconocimiento o desinterés, muchos de ellos acaban sus días causando serios daños sobre ecosistemas terrestres o marítimos. Todo ello por no ser tratados adecuadamente.
Por lo tanto, la adopción de acciones que contribuyan al reciclaje o reutilización de estos dispositivos, que eviten la degradación de la naturaleza y promuevan la Economía circular, son primordiales para frenar el avance del Cambio climático y sus fatales consecuencias. Medidas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
¿Qué pretende conseguir el ODS 15?
Para ello, en 2015, desde Naciones Unidas se adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que identifica los 17 ODS y un total de 169 metas para proteger el planeta y construir un futuro mejor.
El reciclaje de RAEE se relaciona estrechamente con algunos de estos ODS, como el número 15, Vida de ecosistemas terrestres. En particular, la meta 15.5 de este objetivo marca la adopción de medidas urgentes para la gestión sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación, invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad.
Consecuencias de desechar RAEE en entornos forestales
Muchas personas acaban desechando de forma incorrecta sus RAEE cuando se estropean, dejan de funcionar o presentan algún tipo de desperfecto. Esto hace que acaben acumulados en vertederos, junto con otros tipos de residuos. En el peor de los casos, son arrojados y tirados en entornos naturales como campos y bosques, espacios verdes delicados que pueden resultar muy perjudicados debido a estos actos tan irresponsables.
Sabemos que muchos de los componentes que contienen los RAEE poseen o están fabricados con materiales nocivos para la naturaleza. Metales pesados, plásticos y sustancias químicas que, de liberarse y filtrarse en el suelo, pueden llegar a dañar a las plantas que se nutren de la tierra. Por no hablar que algunos de estos aparatos, al funcionar con pilas o baterías, pueden llegar a ocasionar esos terribles incendios responsables de arrasar cientos de hectáreas de bosque cada año.
La vida de animales que habitan en estos lugares también se vería afectada. Sin árboles de los que obtener refugio y alimento, la población de muchas de estas especies podría reducirse hasta el punto de llegar a desaparecer por completo.
Tan solo con un correcto tratamiento de los RAEE se pueden evitar estos efectos dañinos y avanzar en la consecución del ODS 15. Alcanzar esta tarea depende del trabajo y la concienciación de todos por igual. Debemos comprometernos juntos para lograr la conservación y protección de los bosques, unos ecosistemas tan ricos como imprescindibles para el mantenimiento de la vida sobre la Tierra.