En los últimos años, los dispositivos electrónicos se han convertido en uno de los regalos por excelencia de la Navidad. Móviles, ordenadores, o tablets, encabezan la lista de nuestras compras durante estas fechas, pero sin duda uno de los grandes protagonistas son los juguetes.
Y es que lejos quedaron los arcaicos juguetes de antaño, para dar paso a toda una revolución de juguetes electrónicos cargados de sonido, luces y color, que actualmente abarcan un amplio rango de edad.
Cada año, en esta época la compra de estos aparatos aumenta, y muchos de los viejos juguetes que tenemos en casa, pasan a quedar obsoletos, o son sustituidos por otros nuevos, por lo que terminan convirtiéndose en residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE). A veces, nos cuesta identificar si nos encontramos ante este tipo de residuo, y por tanto, pueden surgirnos dudas acerca de cómo gestionarlos correctamente.
¿Cómo identificar si nuestro viejo juguete es un RAEE?
Podemos decir que nuestro viejo juguete es un RAEE si para funcionar ha necesitado pilas, baterías o conexión eléctrica; si emitía luces o sonido; o si, en el caso de conservar la caja o manual de instrucciones, en el etiquetado aparecía el símbolo del contenedor tachado.
Muchos juguetes electrónicos, como videoconsolas o reproductores de música, resultan fácilmente identificables como RAEE. Sin embargo, hay otros que también están en las listas de regalos, y que por tanto es importante que distingamos. ¡Toma nota!
Libros electrónicos interactivos: son libros que incorporan contenidos audiovisuales interactivos que proporcionan una experiencia de lectura distinta. Estos incluyen música, luces o texturas, por lo que su funcionamiento, en la mayoría de los casos, es a través de pilas o baterías, de esta forma, una vez que quedan en desuso, o se estropean, terminan convirtiéndose en RAEE.
Pizarras electrónicas: estas tabletas digitales son cada vez más utilizadas gracias a la comodidad, versatilidad y a la diversidad de opciones que ofrecen. Se trata de pizarras, de diferentes tamaños, que permiten escribir o dibujar mediante un puntero o lápiz digital, con la gran ventaja de poder borrar a golpe de click. Estos dispositivos funcionan generalmente por baterías que son cargadas a través de la corriente eléctrica, de manera que también pasarán a ser un RAEE cuando queramos renovarlos.
Aparatos de música de juguete: se trata de juguetes con los que los niños crean su propia música a través de la misma interacción, por lo que permiten desarrollar multitud de capacidades. Existe una gran variedad de instrumentos, pero la evolución tecnológica ha propiciado que cada vez sean más numerosos los electrónicos. Guitarras, baterías, pianos, son algunos de los que podemos encontrar junto a una amplia gama de recursos que los complementan, como luces o colores. Muchos de estos aparatos, precisan pilas o en su defecto baterías para funcionar, por lo que también acabarán convirtiéndose en RAEE al final de su vida útil, y no debemos olvidar reciclarlos.
Seguro que tu lista de este año incluye alguno de estos juguetes electrónicos, por lo que debes tener en cuenta gestionarlos de forma correcta cuando estos dejen de funcionar, o quieras sustituirlos por otros nuevos.
Importancia de su reciclaje
La importancia de la correcta gestión de los juguetes electrónicos y eléctricos, una vez que llegan al final de su vida útil o entran en desuso, radica en las sustancias peligrosas que pueden contener.
Estos aparatos, al igual que el resto de RAEE, incluyen algunos elementos, como el mercurio o el bromo, que si no se tratan correctamente, pueden llegar a ser altamente contaminantes.
Por otro lado, reciclar estos residuos, permite la reutilización de algunos de sus componentes para la fabricación de productos nuevos, reduciendo así la extracción de materias primas en la naturaleza y promoviendo la Economía Circular.
De este modo, el reciclaje de los residuos de juguetes eléctricos y electrónicos, especialmente durante la Navidad, resulta fundamental para evitar la acumulación de basura electrónica y garantizar un consumo sostenible, contribuyendo así a la protección y conservación del medio ambiente, y a la mejora de la calidad de vida de todos.